AMISTADES OTOÑALES (Narrativa)

Thursday, October 21, 2010

QUILCA




El Averno; para los griegos la entrada al inframundo, mundo de Hades el invisible. Pero en Lima, y solo para algunos limeños; El Averno era la única parte del infierno con aire acondicionado. La Calle Quilca no fue un movimiento cultura, o quizás lo fue y muy pocos se dieron cuenta. Quilca es, y Dios o quien sea por favor “Quiera”, una calle en el centro de Lima. A comienzos de los 90’s toda la Calle era una franja cultural en la vorágine de la ciudad, con laterales infames donde podías comprar y vender; Monedas y billetes antiguos, podías beber “decentemente” y lleno de aserrín en el Bar Queirolo y luego pasear indecente y borracho por la calle, podías comprar cloro o fumar hierba, jugar ajedrez o jugar damas, comprar discos rayados o casetes piratas. Para donde fueras o para lo que fueras, el gigante limeño te hacía pasar por ese cráter abierto lleno ratas y ratones con intelecto.






Para comprar libros la voz era entonces escoger dos libros; uno más grueso que el otro, uno más viejo que el otro, ¿Y el que realmente querías? Pues ese lo dejabas descansar expectante muy cerca a ti y sacrílegamente enterrado entre libros de recetas; cocina Thai, Mexicana, y entre inspiracionales como Mecánica para tontos. Luego preguntas; ¿Choche, cuanto por este de Vargas Llosa y este de Henry Miller? “La repuesta”; 5 lucas por el de Varguitas, y 7 por el azul grandote, la acción; dejar los dos libros en el suelo y disconforme seguir husmeando con las manos en los bolsillo, y sin perder de vista ese libro que tanto querías.




La gente apostada en la escueta calle cerca a la plaza San Martin era en su mayoría gente de izquierda un tanto arruinada, pero con la dignidad de haberse leído en la universidad todo lo que venden en su calle, porque en entonces Quilca era la calle del pueblo y para el pueblo. Y no solo libros viejos, había algunos nuevos, muchos piratas, algo de porno, porque algo de dinero tenían que hacer, mucha trova cubana; Pablo, Silvio, Amaury, Noel, prohibida en Lima y solo ubicable gracias a la tan entrañable piratería limeña, había también camisetas con rostros conocidos; Cesar Vallejo, Dalí, Bob Dylan y en una esquina un tanto mas burguesa David Bowie, The Smiths y Iggy pop.También como en este caso algunas joyas; y estaba entonces esta joya brillando entre libros de recetas y mecánica para tontos.




Luego preguntas; ¿Choche? con cara de ya me voy porque aquí no hay nada para mi; ¿Choche, y por este libro verde?, ¿Por ese libro verde? Y en tu mente algo impaciente; Sí, este libro, y lo hundías mas para que ningún atrevido de puro fregado te lo vaya a ganar; 3 lucas, ¿Dos está bien choche?. Y ya te ibas raudo y veloz hojeando de a pocos y medio escondido, te ofreció una bolsa negra o envolverlo en periódico pero tu valiente y socialista dijiste; “Así nomas choche” y en el colectivo de regreso mirabas a todas partes, sintiéndote culpable pero llegando todo tranquilo a tu barrio en San Miguel; no querías toparte con nadie, ni con los amigos de la pelota, ni con los amigos de los libros, fuiste directo y sin escalas a encerrarte en tu biblioteca a leer hoja por hoja como se hacía la guerra popular



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