LA OTRA SANDRA

Y mientras su ropa nos mira colgada, haciendose bandera sobre el monitor de la televisión, mis labios contemplan tu rostro, agotandote con lamidas, tratando de gastar tu sonrisa a caricias, sujetando gemidos, y atrapandolos por el cuello. Tu cuerpo tiene un calor de intensidad aceptable, movimientos de galope con visión rienda suelta, provocaran sudor. Solo si el camino a tu interior se trasforma en cuesta, entonces detendré mi ascenso orgasmo. Esta tarde de tinieblas, habitación recamara principal, harán de la memoria; un faro de roca y papel, que guiara nuestras caricias por un mar de arena y humedad impregnando las paredes, del humor de mi cuerpo en combinación con tus vellos hambrientos, tomando de mi mano, arrojandose con fuerza, sobre el abismo de mi cintura afilada. Mientras llega ella, disfrutare de la tercera parte de tus venas, de tu voz pronunciando señales de humo, de tu piel que agrietada y seca aun sigue siendo las mas suave de aquel mundo jamas nuestro.